De todos los edificios de Buenos Aires, este es mi preferido. El mejor ubicado y el más gracioso. Está construído con mis materiales preferidos: hormigón, acero y vidrio. Es uno de los pocos edificios del mundo diseñados sobre la base de un módulo en forma de triángulo equilátero, inspirado en Saturno y sus anillos. Aunque la mayoría vea un plato volador aterrizado, siempre entro con la esperanza de que despegue y me lleve a otro lugar. Aunque en realidad lo que hace el planetario es ponerme en mi lugar, recordarme que el mundo no gira alrededor mío, que soy una parte muy pequeña de un planeta, que es parte de un sistema, que es parte de una galaxia que, como cientos de miles de galaxias, forman parte del universo. Me recuerdan que soy parte de un todo, infinito y eterno.